Piedad Solans, "CONTRAVIOLENCIAS", 2011

Piedad Solans
CONTRAVIOLENCIAS

 
Prácticas artísticas contra la agresión a la mujer
 
La figura de la mujer víctima de la violencia, divulgada por los medios de comunicación y las industrias visuales, no revela la violencia histórica y estructural de unas sociedades patriarcales y arcaicas cuyos modelos y prácticas de violencia se perpetúan y ejercen en la actualidad desde múltiples formas. Por ello, la violencia que explota cuando la mujer se separa de la jerarquía y del orden impuesto, tanto en sociedades democráticas como autoritarias, no puede ser abordada desde posiciones de identidad sino desde la crítica a la cultura y a las estructuras de poder con sus tecnologías y mecanismos de producción, control y distribución de la violencia (incluyendo un imaginario femenino de ideales corporales, deseos, afectos y relatos amorosos). Las políticas y leyes contra la violencia de género a menudo actúan en 'los hechos' y eluden la dimensión narrativa, visual y simbólica en que se representa y transmite. La gestión de la violencia por los medios de comunicación y las industrias visuales la difunden y convierten en un espectáculo, eludiendo su relación con la pobreza y la corrupción. La indiferencia, el silencio y la invisibilidad son las dimensiones que permiten y reproducen la violencia.
 
Las estéticas y prácticas artísticas que desde el activismo feminista de los años sesenta reivindicaban la identidad, la sexualidad y el cuerpo se trasladan desde los noventa a la denuncia de la violencia y la lucha política y social, viendo el cuerpo de las mujeres como el lugar de cruce de unas prácticas sociales, culturales, religiosas, militares y económicas. La cuestión artística pasa de la concepción del cuerpo 'privado' a la del cuerpo estatal, configurando las tecnologías imaginarias y los mapas geográficos, simbólicos, políticos y sociales de la violencia.
 
CONTRAVIOLENCIAS. Prácticas artísticas contra la agresión a la mujer aborda, en una interacción de actitudes, medios y formatos, una diversidad de acciones y miradas artísticas que utilizan o confrontan las ficciones de la violencia, oponen la memoria, los afectos y una vivencia no fragmentada de la experiencia a la objetividad y desconexión de las representaciones mediáticas y desvela la complicidad entre emisor/ejecutor/espectador. El realismo de las industrias visuales es negado por una mirada artística que, más allá de las apariencias, muestra otra manera de ver, revelando las imágenes y técnicas que han investido a las mujeres, el silencio político que las ha ignorado, la invisibilidad a la que han sido condenadas, el dolor infligido, la amenaza que las ha coaccionado frente a la indiferencia o el consentimiento de la sociedad. El arte cuestiona la imagen simbólica e imaginaria de la mujer víctima y se opone a la significación 'sumisión, impotencia, sufrimiento' que le es socialmente asignada, oponiéndose a la violencia por medio de acciones trans/políticas que subvierten el sentido y bloquean sus imágenes y representaciones.
 
 Artistas como Alicia Framis, Regina José Galindo y Beth Moysés realizan performances urbanas como acciones públicas en las que reúnen a mujeres víctimas de la violencia doméstica y de la agresión social y manifiestan el juego entre la ocultación y lo público o, como Coco Fusco, delatan la violencia de que son objeto en situaciones de trabajo, pobreza y emigración, simbólica y legalmente consensuada y silenciada por los medios y la opinión pública. Cristina Lucas, Nazan Azeri y Sükran Moral revelan en sus videos y performances la violencia religiosa, cultural e histórica de la hipermasculinidad contra las mujeres, mientras que Shoja Azari y Stephan Constantinescu evidencian el silencio, la indiferencia, el miedo y la pasividad de la sociedad. Alexandra Ranner, Maya Bayevic y Paula Rego delatan su privacidad en el ámbito doméstico y las estructuras sociales ocultas en que se produce, mientras que Teresa Serrano muestra la circularidad de las construcciones simbólicas y afectivas de las relaciones de género y del acoso sexual y Sükran Moral cuestiona el propio papel de las mujeres en la transmisión tradicional de la violencia. Los dibujos de Louise Bourgeois y Azucena Vieites reclaman la fragmentación y la subjetividad frente a una visión total y al determinismo de los constructos culturales y históricos y los cómics de Phoebe Gloekner, Debbie Dreschler, Roberta Gregory, Mary Fleener y Claire Bretécher, entre otras, reivindican la trasgresión, la sexualidad y la libertad frente a los abusos familiares y una memoria traumática, o como Jorge de Juan y Luis Iglesias, Isabel Franc y Susana Martín, Carlos Giménez, Jean-Marc Reiser, Jessica Abel, Marjane Satrapi, Ange Feuchtenberger e Y. Tatsumi, las dificultades de las mujeres y la fuerza que desarrollan para no ser víctimas de los estereotipos del poder y la violencia masculina, presente, como contrapunto, en los cómics de la Colección Gasca.
 
Texto facilitado por la Galería y/o Sala de Exposiciones
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